Prólogo de Zeta 15: El Ocaso de las Estatuas por Sergio Alejandro Amira

Esta historia de seguro la he contado antes, y debe estar publicada en algún sitio, pero no tengo tiempo para buscarla. Es la historia de cómo llegué a Mitomano Cómics y terminé compartiendo la “paternidad” de Zeta, que junto a Atómica, es uno de los dos personajes a los que más tiempo y trabajo he dedicado durante mi estadía en el mundo de la historieta.

         Gracias a Gmail puedo establecer acuciosamente cuando inició mi relación con Mitomano Cómics: mediante un email enviado por Francisco Fernández Leiva el 10 de julio del 2008. En dicho correo, Francisco se presentaba como co-creador/ilustrador del proyecto de cómic de superhéroes chilenos Mitomano Cómics, y junto con saludarme e invitarme a navegar por su página, me proponía un intercambio de links o banners. En aquel tiempo yo era el responsable del e-zine y blog especializado en cómics y cultura pop El Calabozo del Androide (que actualmente opera como una cuenta de instagram y un canal de YouTube, ambos bajo el nombre de El Calabozo del Amo del Calabozo). En el email de respuesta, enviado al día siguiente, revelé mi identidad secreta a Francisco (ya que muchos me conocían solo como “El Amo del Calabozo”) y él, por su parte, me contó que pronto publicarían una de sus series en Caleuche Comic titulada Nuevos Próceres, la que definió como “una especie de Liga de la Justicia (tratando de no caer en comparaciones)”. Al enterarse que yo era escritor, y que ya había publicado un web cómic, Francisco me ofreció incorporarme a Mitomano. Sus palabras exactas fueron: “En caso de querer participar como guionista (pronto queremos publicar en red), serás recibido con los brazos abiertos”.

         Por supuesto que acepté la invitación y procedí a leer todo lo de Mitomano Cómics disponible hasta ese momento, que se limitaba al cómic publicado en Caleuche #23, el webcómic Orígenes, y las fichas de los personajes. Mi propuesta inicial para Mitomano implicaba una gran amenaza que obligaría a casi todos los personajes disponibles (menos Zeta) a unir fuerzas para combatirla. Francisco aprobó aquel arco argumental, pero como ambos teníamos claro que sería una saga de largo aliento, le dije que antes prefería escribir un par de guiones autoconclusivos, “algo así como un calentamiento previo antes de la gran historia”. En aquel email del 6 de enero del 2009, agregué: “Hay un par de personajes que tengo ganas de escribir, Ranok y Zeta. Y en la historia que tengo pensada para Ranok la estrella invitada sería Atómica”. 

         Sí, para aquel entonces ya había creado a Atómica, y la historia donde conocería a Ranok y el grupo de contención Manu-Tara sería dibujada y coloreada por Oscar Cabrera, con guión y rótulos míos, y publicada en Junio de 2012. Pero antes salió el cómic de Zeta, en marzo del 2010, con arte de Francisco, color de él y Claudio Fdz. Ramírez (y mi guión y rotulado). La primera página es un splahpage de Zeta en su skate, “escuchando” en su cabeza la canción de Los Prisioneros Brigada de Negro y divagando en torno a su labor como vigilante. Siguiendo con lo presentado en el cómic de Caleuche, Zeta cruzaba camino con los Nuevos Próceres, y de esta forma fue que de ahí en más me dediqué casi exclusivamente a Zeta, y la “gran historia” que tenía planeada nunca se materializó, aunque si hubo una gran batalla entre los Nuevos Próceres (Zeta incluido) contra dos alienígenas de formidables poderes.

         Publicamos nueve números de ZETA! entre marzo del 2010 y marzo del 2014. Y lo retomamos a mediados de ese mismo año en formato de un webcómic titulado Zeta al día con entregas semanales que se recopilaron en un solo tomo el 17 de junio de 2015. También publicamos dos especiales (Zeta: barricada #1, octubre 2011), y Zeta presenta: Ganges (abril, 2014), además del crossover con el superhéroe argentino El Chispa (Chispa/Zeta: encendiendo la mecha #1, enero 2013) dibujado por Eduardo Márquez (a quien lamentablemente perdimos hace ya un año). Desde entonces, salvo su aparición junto a Atómica en Era Draconiana (mayo, 2018), no ha existido material nuevo de Zeta. Aunque sí lo hay, “nuevo material viejo” de Zeta, como la presente historia.

         Quienes algo conocen de la “industria” del cómic chileno sabrán lo mucho que cuesta publicar una historieta, ya sea física o digital, especialmente cuando se trabaja como la industria norteamericana (con un equipo de varias personas) que deben robarle horas a sus trabajos formales, familias, y otras ocupaciones, para finalizar algo que básicamente se hace por amor al arte. El presente cómic clasifica dentro de la anterior descripción, fue escrito en marzo del 2014 y dibujado a principios de ese mismo año por Sergio Carrasco. Por las razones anteriormente expuestas, más alguna que otra que a mi memoria no acude en estos momentos, esta historia quedó archivada y seguimos con el arco argumental en el Zeta al día y en Los Nuevos Próceres (donde Zeta ha estado notoriamente ausente). Pero aquí tenemos a Zeta de regreso en su título regular, quizás sea descubierto por una nueva lectoría y accedan a sus aventuras anteriores, y la nuevas que vienen muy pronto a manos de otro guionista. Porque mal que mal, he escrito y rotulado más de doscientas diez páginas de Zeta, y ya es hora de darle la oportunidad a otro autor con el personaje.  

         La historia narrada en este número está ambientada un par de semanas después de los eventos de Zeta #9 y nos presenta a dos clases de antagonistas: el supervillano habitual con poderes sobrenaturales (animar estatuas en este caso); y los villanos reales, esos delincuentes con los que cualquiera puede encontrarse en las calles, tal y como le ocurrió a Daniel Zamudio, víctima de un deleznable crimen en el cual me basé como contrapunto para la acción “superheróica” que nos muestra a los héroes luchando contra una estatua, algo que hoy se torna muy contingente debido a los ataques a monumentos de personajes históricos que simbolizan tiranía, opresión y esclavitud, efectuadas tanto en Estados Unidos como Europa a raíz del asesinato de George Floyd por parte de la policía. Esto ya lo vivimos durante el Estallido Social en Chile, y las estatuas de este tipo ya no son blanco solo de las palomas, sino también del descontento y el clamor por justicia social por parte de la ciudadanía. 

         Es verdad que no es mucho lo que uno como escritor puede hacer, especialmente sobre hechos consumados, pero sí podemos crear conciencia sobre los problemas que aquejan a nuestra sociedad por medio de nuestras historias, en especial si estas tratan de héroes. Yo cuando pienso en qué pasaría si existieran los superhéroes en la vida real, de inmediato viene a mi mente el caso de Daniel Zamudio, y pienso en que Zeta habría rescatado a Daniel. Lamentablemente los superhéroes no son reales, y los héroes son más bien escasos. Pero todos tenemos el potencial de ser héroes, aunque sea por un día como dice la canción de Bowie y que ha tomado como lema el próximo gran proyecto de Mitomano: La 5ta Legión. Y aquí repito la frase de Edmund Burke: “Para que el mal triunfe solo se necesita que los buenos no hagan nada”.

         El asesinato de Daniel Zamudio motivó la promulgación de la Ley 20.609, que establece medidas contra la discriminación arbitraria, ¿impide una ley que no se comentan crímenes de odio? Por supuesto que no, depende de todos nosotros que no ocurran, y no por obedecer una ley, sino por el simple hecho de practicar la bondad humana, que es mucho más difícil de explicar que la maldad.

         Los darwinianos tienden a explicar la bondad humana mediante generalizaciones de modelos de selección parental y altruismo recíproco, pero el propio Richard Dawkins descreía de estas hipótesis, y en uno de sus ensayo habla de la “superbondad” humana, la que sería una perversión del darwinismo porque en una población en estado salvaje sería erradicada por la selección natural (pensemos en las acciones de los villanos, e incluso varios de los “héroes” en The Walking Dead, por ejemplo). Dawkins no consigue explicar en términos científicos este tipo de bondad, que desde el punto de vista darwiniano o de la elección racional es una “soberana tontería”, pero yo me pregunto: ¿no es justamente eso lo que nos hace humanos? ¿Esta bondad “sin real asidero científico?”.

         En su ensayo Dawkins propone la incrementación del número de personas superbuenas hasta que estas sean mayoritarias dentro de la población. Yo no soy ingeniero memético, pero creo que al escribir sobre héroes, al contar historias sobre el triunfo del bien sobre el mal, estamos de alguna forma contribuyendo a incrementar el número de gente buena en el mundo. ¿Quién no se estremeció cuando el Dr. Strange le señaló a Tony Stark que este era el único escenario entre 14000605 posibles donde podrían Los Vengadores derrotar a Thanos? ¿Quién no se emocionó cuando el Titán Loco dijo: “Soy inevitable”, y Stark le respondió: “Y yo soy Iron-Man” chasqueando sus dedos aún sabiendo que le costaría la vida? Dado el contexto, ¿no harías tú el mismo sacrificio por tu familia, por tus amigos, o por la humanidad? 

         Sé que es un pobre consuelo, pero si todos los universos imaginables son probables y existen de alguna forma, al menos hay uno donde un personaje basado en Daniel Zamudio pudo ser rescatado de manos de sus asesinos, y ese es el universo donde habita Zeta, un universo donde todos podemos ser héroes.

Sergio Alejandro Amira

Julio, 2020